Libertad fugaz

Cielo amarillo. Mi espacio vital va creciendo. Ya no es el metro cuadrado que tengo en la ciudad, aumenta. Dos, tres. Cien metros cuadrados para mi y la naturaleza. No hay restos de humanos en esta redonda que me envuelta casi perfecta.

Cielo anaranjado. Girasoles apagados. Mirad al sol aunque sea el último rayo de luz. La sensación de libertad incrementa, se intensifica. Estoy cansado de correr, pero se me olvida todo. Nube de girasoles, sombras pre-nocturnas, cielo rosado y viento refrescante. Huele a liberación.

Oscuridad iluminada. Azul oscuro, pero a la vez con luz, suficiente para dejar ver las siluetas de los campos y las ramas de los arboles. Un animal corre, no se ve que es. Parece una ardilla, quizás más grande. La música suena y grito, grito bien alto. Nadie me escucha, ahora es mi espacio, mi sitio.

Mi sensación llega al punto culminante. Vuelve el cansancio, el olor a polvo, las luces artificiales, los edificios.
Se tenía que acabar, sino no sería mi momento, lo sé. Tal vez me de rabia, pero mañana descubriré un nuevo camino, nuevas sensaciones. Pero eso ya será mañana.

Mientras corría sonaba Allí donde solíamos gritar de Love of Lesbian