Ese sentimiento de vacío unido a esa tristeza discontinua me han atenuado por completo.
Fue todo tan rápido... No lo presentía, no me lo creía.
Fue todo tan jodidamente imperfecto y a la vez tan inmejorable.
Lloras por él, lloras por el recuerdo, lloras por su gente, lloras por los pequeños detalles, lloras por llorar e intentas que nadie te vea.
Hay quien dice que hay una fuerza primitiva que es producida por todas las fuerzas naturales del cielo y del universo. Que hay dos energías que interaccionan para encontrar el equilibrio y que sin una de ellas no podría existir la otra. Se dice que son complementarias, que cuando una llega a su auge se inicia la transformación en su opuesto.
La primera energía tiene contenida en sí la semilla de la segunda y viceversa.
Tener presente algo tan simple como el Yin y el Yang a veces puede facilitarte las cosas. Puede hacerte descubrir un diminuto destello de luz en la oscuridad, el destello que necesitas para empezar a cambiar.
Te ayuda a ser optimista, a escuchar lo que otros ni ven o a sentir lo que te parecía haber olvidado.
Después de todo supongo que de aquí surgen mis incompletas e impecables contradicciones.
Te quiero y te querré siempre, no solo por como eras y por lo que hacías, sino por lo que no hacías.
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