Puntos de Vista

14 de junio de 2012

Era la Reina del Jazz

Había llegado a esa inmensa ciudad, el sitio donde empezaría todo.
Era de noche y las calles brillaban a su paso. Estaba claro que se iba a comer el mundo, empezando esa misma noche por Nueva York.
Llegó a ese modesto club situado en el centro de la capital hacia las once. El camerino era pequeño y tenía una luz muy tenue, pero ella estaba encantada. La puerta daba directamente a una callejuela para que los artistas pudiésen entrar sin complicaciones de ningún tipo. Por fuera era de un metal oscuro y desgastado, pero por dentro era una preciosa puerta de caoba que relucía como el oro gracias a una pequeña capa de barniz. En el centro de ella había tres perchas en forma de saxofón y de una colgaba un sombrero negro. Al lado de la puerta había una mesa semicircular, como una forma de luna. Estaba llena de botecitos de pinta uñas, cajitas de maquillaje, peines y cepillos. Encima de esa mesa de roble, un tanto vieja, había un enorme espejo rodeado por unas luces redondas que recordaban a las películas de Hollywood. En frente de la mesa había un sillón verde, de esos que se consideraban modernos en los años 30. Detrás de ese sillón que parecía recién estrenado había una especie de armario, pero estaba tapado por una manta sucia y polvorienta que no dejaba ver lo que en verdad se escondía debajo.
Dejó el bolso y el abrigo en las dos perchas restantes y se sentó en frente del espejo para empezar a maquillarse. Estaba nerviosa, era la primera vez que actuaba fuera del local de su ciudad. Necesitaba tocar, cantar, relajarse para poder estar al máximo cuando le tocase salir al escenario. Estaba un poco confusa, por eso decidió ver que había debajo de esa manta llena de polvo.
Se le saltaron los ojos de la emoción, esos preciosos ojos verdes turquesa. Era un piano, un piano antiguo de los que fabricaban en Europa. No era muy lujoso, pero le recordó al primer piano que tuvo entre sus manos, a ese piano que le robo tanto tiempo de pequeña. Era sencillo, hecho de diferentes tipos de madera y con unos colores un poco sobrios.
Se sentó y empezó a tocar, envolviéndose en una nube de recuerdos de su infancia. Parecía estar soñando cuando de repente paró para pensar todo lo que le estaba pasando y la gran oportunidad que estaba viviendo. Fue ahí, en ese momento. Supo que ella sería la Reina del Jazz.



2 comentarios:

  1. Claro que sí! Supo que ella quería serlo y lucharía por conseguirlo:) Querer es poder! Un abrazo

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